Le dice una niña a su mamá que de grande quiere ser puta.
La ñora, escandalizada, lleva a la pobre escuincla a lavarse la boca con lejía (no se diablos sea eso, pero así dice mi abuela), luego de le da tres chingadazos y agarrada de la oreja la lleva a comparecer con un cura. Por su culpa por su culpa por su grandísima culpa tres aves Marías y dos padres nuestros después la angelical chamaquita sale del confesionario con el alma salvada y la orientación vocacional hecha pedazos.
Pasan los años. A la niña del confesionario le empiezan a crecer un par de protuberancias en donde antes había planicies, ya no tiene percudidas las rodillas y entre sus piernas brota la deuda de sangre con que salda el pecado de Eva (en [in]cómodas mensualidades). Su vocación sigue firme: será una puta (a los chavos les gusta cómo se ve, ella sabe lo que tiene y lo cotiza). Está lejos de comenzar a cobrar, pero ya sabe que sus malos pensamientos ya no se blanquean ni con cloralex, mucho menos con padresnuestros. Pero aprendió: Ya al menos no le cuenta a nadie (que pueda partirle su mandarina en gajos) sobre sus aspiraciones profesionales.
La niña ya no es una niña. Su figura tiene más curvas que el tramo Tres Marías-Cuernavaca de la Autopista del Sol. No lo dice, pero la niña ya es una putita hecha y derecha. Ya se ha ido a lo oscurito con un par de chavos e, incluso, les ha dado sus buenos besotes ¡en los labios! Si es una puta y se siente orgullosa. Lo sabe desde la infancia: Las niñas buenas van al cielo, pero las putas van a los antros, a los bailes, a los viajes por eso siempre quiso ser una puta ¡Va bien!
La niña ya cogió. No era lo que imaginaba pero estuvo rico. Ahora sí, ya lo puta no se lo quita ni el creador. Lo trae grabado en la frente como el signo de Caín. Ahora es momento de aprender ¿Habrá universidades para putas?
La niña ya no es amateur. Hoy cobró por primera vez por lo mismo que hasta el momento había prestado de a grapa. Se siente lo mismo pero ah que rica la cosquillita del dinero en la bolsa Ja, ja, ja ¿Será? ¡NO!
Este es un oficio que no se planea. Creo que si buscamos en nuestros sueños de infancia, dedicarnos a estos rollos habría sido inimaginable. En los últimos tiempos ha corrido mucha tinta y voz sobre lo difícil del oficio y los estigmas con los que podemos quedarnos cuando nos dedicamos a esto. Que si una puta lo sigue siendo toda la vida, que si es una tarea denigrante, vergonzosa y que si la manga del muerto. Son puntos de vista. Formas de pensar de gente que ha sido educada de forma conservadora y para juzgar a las personas por criterios que dan más valor a lo que haces que a lo que eres.
Ninguna niña tiene por sueño crecer para volverse puta. Ni siquiera saben (la mayoría) que diablos significa la mentada palabrita. Simplemente nos vamos enseñando a que serlo está mal, te vuelve candidata a la palestra, al infierno, al rechazo, aunque a ciencia cierta no sepamos ni lo que es una puta. Seguramente para un puberto, una puta es la chavita que lo mandó al diablo para andar con otro; para una puberta, puta es la chavita que le bajó al galán porque si se atrevió a lo que ella no; para un diccionario, una puta es la mujer que cobra por tener relaciones sexuales; para una profesional, puta es la que no cobra; para una abuela puta es la que viste destapadito; para una puta, puta es la que ha tocado más pitos que ella; para un romántico, puta es la que se casa por interés; para un materialista, la puta se casa pero por el capital. Para un político, puta es la señora a la que le dice mamá (opinión altamente generalizada); para un cliente, puta es la damita que lo ha llevado al cielo, para un puto, putas son todas menos su madre y su hermana y según Octavio Paz, puta es la madre del pueblo, pues todos somos unos hijos de puta.
Yo espero que un día (más temprano que tarde) la mayoría nos demos cuenta de que la dignidad de las personas y su valor no está bajo sus chones, sino entre el pecho y la espalda. Que ganarse la vida vendiendo ratos de placer no nos hace ni mejores ni peores que nadie, que la calidad de una persona no se mide por sus gustos en la cama ni por el número de personas con las que ha compartido vida, besos y abrazos. Que todo aquel que se gana la vida sin hacerle daño a nadie, tiene un modo honesto de vivir. Sé que algún día superaremos nuestros prejuicios y podremos entender el trabajo sexual de una manera respetuosa, moderna e inteligente. Entonces, daremos pasos importantes, no sólo para quienes trabajamos en la rama más privilegiada de este negocio (las escorts de lujo que cobramos de $2,000.00 pa arriba por hora de placer), sino para que Bety, Lola, Margot y todas las vírgenes perpetuas de Sabines, que trabajan en las calles o en otros lados y que enfrentan broncas y peligros que seguramente se solucionarían en buena medida, si algo hacemos todos por pensar distinto por pensar mejor.
En fin éste es un texto que escribí hace algunos años, en este mismo foro. El tiempo pasa, pero muchas de las ideas siguen igual de vigentes o... ¿Tú qué piensas?
Dejo fotos sin retoque, claro, para la etiqueta...
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Muy cierto lo de la definición de la palabra; siempre dicen que hay que llamar a la cosas por su nombre, veo que ahora las chicas ponen en su twitter "sugar baby"...¿?...al leer la definición me tranquilizo...ya conozco esa profesión, porque es eso para mi. El contexto y medio social es el que define las cosas, desde que se trabaja en templos en Babilonia y una cortesana en la alta edad media, sin embargo es cierto que esto no debería poner en tela de juicio la dignidad de una persona. Los casos de asesinatos en escorts en meses previos, es una muestra que esa dignidad se ha perdido, a ellas no lo investigan o hay impunidad por es "puta", pero lo mismo pasa si es madre que trabaja en una maquila en Cd. Juárez...si hacemos analogía, dirán que es por "puta", pero que no es un ser humano con derechos. Es bueno ver su texto, gracias.